En Colombia, actualmente están activos 22 incendios forestales, con los más severos concentrados en Huila y Tolima. La Policía antinarcóticos está llevando a cabo operaciones aéreas arriesgadas desde aviones y helicópteros para intentar sofocar las llamas.
En el departamento del Huila, se registran nueve focos de incendio, de los cuales siete están controlados y dos aún continúan activos. Las llamas han devastado cerca de 13,000 hectáreas de bosques nativos, reservas naturales y hábitats silvestres. El municipio de Palermo ha sido gravemente afectado, y las autoridades están trabajando intensamente junto con las comunidades locales para contener el fuego y evitar su expansión. Un total de 30 municipios en Huila han sido impactados por los incendios.
Kleiver Oviedo, alcalde de Palermo, reportó que, aunque siete focos están aparentemente controlados, la preocupación persiste debido al viento que podría reavivar los incendios. María Fernanda Gasca, de Enlace Municipal de Gestión del Riesgo, indicó que se está realizando un censo de las familias afectadas y las unidades habitacionales dañadas.
El fuego ha causado una gran devastación en el bosque seco tropical de Aipe, Huila, afectando la flora y fauna local. Jaime Garzón, secretario de Gobierno de Aipe, explicó que los incendios han destruido árboles y hábitats de animales como venados, armadillos y cerdos silvestres.
Para combatir los incendios, la Policía antinarcóticos ha desplegado tres helicópteros y dos aviones. Han realizado 114 descargas en 42 horas de vuelo, con un total de aproximadamente 76,000 galones de agua arrojados sobre las áreas afectadas. Las condiciones climáticas difíciles y el terreno complicado hacen que la operación sea riesgosa, pero necesaria para controlar la emergencia. Los helicópteros, como los UH-60 Black Hawk, enfrentan desafíos operativos debido a las altas temperaturas y las maniobras extremas.
En Tolima, las llamas siguen sin dar tregua en Natagaima, cubriendo la Cordillera Oriental con humo. El terreno agreste dificulta el acceso, y los residentes deben transportar agua en tractores para combatir el fuego. Carlos Ardila, gobernador indígena del Resguardo Batea, informó que se han quemado más de 2,000 hectáreas, afectando el pasto y la alimentación para los animales, y causando deshidratación y enfermedades entre los habitantes. Los esfuerzos para controlar el fuego continúan, especialmente a medida que la noche avanza y las condiciones se vuelven más difíciles.